Saturday, April 24, 2010

El Sábado pide un Beso

Está parado como que me mira.Está apoyado contra la pared, justo a media cuadra.Yo cruzo la calle y me paro en la esquina. ¿Me mira o me parece? Me acerco porque está oscuro, y ahí, bajo la luz, lo veo: es un morochito divino. Fuma unos chinos con sabor a chocolate; me parece que es, o sino, le pregunto.Yo le pregunto. Siempre quise un negrito como éste. Es parecido a Prince en la época de Lluvia Púrpura. Tiene bogotitos muy finitos que le cubren la comisura de los labios. Usa jeans bien ajustados con un cinto color hueso. Es bajito pero enjuto, fibroso y de manos sarmentosas; fuma y hace como que no me ve, pero sin que yo le sugiera nada, nos alejamos adonde él ya sabe. Todo sucede muy naturalmente y eso me tranquiliza. Es cerca y él me acompaña sin hablar; una escalera hacia arriba y ya estamos en su cuarto.¡Ahora sí! Le digo: 'Es mi primera vez, no sé qué estoy haciendo acá, y seguro será la última vez' El sonríe y me toca el bulto. Tengo una erección desde que lo ví, y así todo es más fácil. Un cosquilleo en el ano, la misma sensación de peligro que me hacía sentir el encontrarme con aquél, el del camión,el que venía los fines de semana , que estaba casado. Me desvisto y él me da placer oral sin dejar de mirarme. Me paro delante del espejo y veo su erección en el reflejo, las mismas motas de su cabeza en el pubis, sólo que cierro los ojos y no es como aquél, el del camión. Me pone lubricante en el ano y sus dedos son como moscas en una torta, todo dulzura y cosquillas. Ahora está dentro mío y empieza despacio. Son estocadas sin esfuerzo, la misma presión que se pone al amasar el pan, al empujar una hamaca en el parque. En todo esto pienso cuando empiezo a suspirar.'Así, así, negrito, metémela toda, hacéme la raya al medio, peináme para adentro, partíme el buñuelo, sacáme la caca, FUCK THE SHIT OUT OF ME, PUSH IT PUSH IT'
Me acerco y, sí, le pregunto: '¿Qué hora tiene, jefe?'

Monday, April 19, 2010

Pettinato escribe

Y escribe bien: coloquial, directo, humano; confieso que las cándidas traducciones de canciones que hacía en el programa televisivo 'Estación Musical' en 1987, que se emitía por ATC me inspiraron a seguir la profesión de trujamán, y a escuchar la música que sonaba en ese programa, incluso Sumo.
Este fragmento que transcribo me parece lo más logrado del libro 'Sumo por Pettinato', porque tiene lo que más me gusta en el relato: lo banal de describir los detalles que la conciencia registra como filigrana de un cuadro general más trágico, pero que acentúan la sensación de desasosiego resultado de lo contundente de la vivencia de la muerte de un amigo. Mientras que el resto del libro está todo en primera persona donde el narrador es Pettinato mismo, aquí aparece contando en una especie de fluir de conciencia, lleno de libres asociaciones, con la ilógica digresión del pensamiento, pero en tercera persona (narrador que cuenta a sujeto-objeto que se piensa) lo que 'vivía' en las horas posteriores a la muerte de Luca, y porque quizás se sentía ajeno a sí mismo, o fuera de sí, como sin voluntad para subjetivizar su propia memoria, la que usa como si le hubiese pasado a otro.

Era la primera vez. La primera vez que el día habia entrado de esa manera. ¿Cómo iba a dormir de día? ¿Cómo se consigue dormir entre camiones que entran y salen del living, trompetas de un solo grito sordo y humo, un pene que no se baja, que está ahí como un resorte que pide sexo o paja, unas ganas de mear que te llevan a cerrar las piernas? El meo del apuro de los exámenes. No es miedo. Es ansiedad.
'Nervios', diría su madre.
Camina por el pasillo que lo lleva a su habitación. Abre la puerta. Entra convencido en encontrar reparo. La claridad, en cambio, también está ahí. La estocada final está llegando. Los primeros rayos de sol, un sol macizo, fácil de tapar con una frazada, golpean en el cubrecama. Sus ojos vuelven a cerrarse. El cree haber dado la orden. Es un juego. Es verdad. Pequeñas partículas tal vez de polvo o de algún desecho lanzado dos horas antes, durante el mate de los obreros del puerto, flota y cae, flota y cae, cae , cae, cae tan lentamente como una película sólo proyectada ahí, en esa única franja de material fílmico. Se miró las manos y vio que las venas se habían dilatado. Pensó en decir inflamado, pero los escritores no hubiesen puesto esa palabra. Eran las mismas venas de su padre. Cuando sus manos estaban tan cansadas, dejaban de ser las de su madre.
¿Quién habrá puesto el paraguas en la basura? Anoche no comieron nada. No había olor a desperdicio-amoníaco. Le gustaba ese olor al igual que el de la leche de madre, entre agrio, cortado y 'según los que la probaron', diría ella, 'muy dulce'.
Se sentó delante de una de las hornallas. La pequeña, la que siempre funciona, mientras las otras tres se taparon de grasa y leche hervida quemada. Se restregó la cara y sonrió solo, pensando en aquel amigo que había trabajado durante tres años en un estudio sobre el Ulises de Joyce y nunca tuvo novia. Recordó que siempre decía: ' Dos cosas. Joyce tiene dos desgracias. Las introducciones y los prólogos y los estudios sobre él, que ocupan la mitad del libro más largo del mundo y la intriga de que sigamos esperando la edición revisada...¡con la puntuación!'
Hirvió el café. Como siempre. Uno se da la vuelta y el café o el agua entran en ebullición. Como el día. Como las auroras. Como el pene que ahora lo sorprende preguntándose en qué momento habrá vuelto a su postura natural.
Miró y Mickey lo miró. ¡Una película sobre demonios con Mickeys que se convierten al satanismo!
Pero eso no sucederá porque si uno quiere que eso se filme hay que pagar derechos. Es gracioso, pero son muchas las combinaciones que el hombre no verá para su terror cotidiano, sino se llenan los formularios correspondientes.
'Usted parece una caja de risotto instantáneo', dice el hombre al monstruo que ocupa toda la habitación y apenas puede moverse.
El bicho, de cara cuadrada, saliva arroz caliente, hervido a tal punto que se ven los granos al rojo vivo, como piedras de acero saliendo de un horno de cerámica.
'¡La firma Doble Gallo no autorizó todo esto!', y al escuchar la palabra dos gallos del mismo tamaño, con la expresión estúpida de los gemelos que nacieron feos, parecidos a un tío fabricante, saltan sobre él y lo destrozan. Le destrozan primero los huevos y después los ojos. Se pelean entre ellos y zarandean el cuerpo hasta que salta la billetera. Corren dentro de la casa, dejando plumas y sangre y sabanas con arañazos. Vuelven a modificar su materia como si nada fuere, y dejan de existir.
Bah. Corrió la caja de arroz buscando el azúcar. Aparecían por detrás los saquitos de té, los saquitos de pimienta negra, pimienta blanca, oréganos distintos, todos abiertos a la vez; una cuchara pequeña hace poco nacida, ahora muerta...Y ahí el azúcar, dura como la sal, lista para jugar a romperla en bloques con una cuchara.
Pensó que al clavarla, algún día, pasaría lo de aquel amigo que clavó un cuchillo en el freezer y lo encontraron pegado a las cubeteras, tan electrocutado como si la electricidad no hubiese parado de pasar durante todo el día. Esos arrebatos de la electricidad que al dejarte muerto, bien muerto, sigue pasando ahora sin obstáculos, pero sigue pasando y no se quiere ir, le hizo cerrar las piernas nuevamente y tener ganas de hacer pis, pero sabía que podría salir semen también.
Murió Luca. Hace cinco horas que lo sabe, y no sabe qué hacer.

Saturday, April 03, 2010

Steinbeck y su espina


' Descubrir paradojas me deleitaba: que cleave significaba tanto unir como separar; que host alude tanto a un enemigo cuanto a un amigo hospitalario; que king ('rey') y gens ('pueblo') proceden de la misma raíz. Por un tiempo, gocé de una lengua secreta: yclept y hyght para decir 'llamado', wist para 'conocer', accord para decir 'paz', entente para decir 'propósito', y fyaunce para decir promesa. Moviendo los labios, pronunciaba la letra lamada thorn, como una ''p'', a la cual se parece, y no como una ''th''. Pero en mi pueblo, la primera palabra de Ye Olde Pye Shoppe ('La Vieja Pastelería') se pronunciaba yee ( ji:) , así que supongo que mis mayores no estaban mucho mejor que yo. Fue sólo mucho más tarde cuando descubrí que la ''y'' sustituía a la thorn perdida.'

(John Steinbeck, en la introducción a 'Los hechos de Rey Arturo', traducción de Cralos Gardini)

Este símbolo, llamado thorn, alterna con < ð > para representar /θ/ y su alófono [ð]. Reemplazó a < d > y < th >, que se usaban con anterioridad. El primer texto datado con seguridad en el que aparece fue escrito en el siglo VIII. Era menos frecuente que < ð > antes de la época del rey Alfredo, pero a partir de entonces, se usó cada vez más a menudo en lugar de < ð > a principio de palabra, mientras que su uso en posición media y final era raro. Algunas ediciones modernas regularizan la variación entre < þ ~ ð > usando sólo < þ >.

(Wikipedia)

Thursday, April 01, 2010

Shakespeare y la Mandrágora


A veces las notas a pie de página, o notas del traductor, son más interesantes que el texto en sí. Esto me pasa con Shakespeare, y en este caso, tiene que ver con la raíz de la mandrágora, que por antropomorfoide, inspiró la intriga y hasta el temor de los antiguos. Esta nota la encontré al pie de Romeo y Julieta.

'Sobre las supersticiones de la mandrágora hay toda una historia. Para sólo citar textos ingleses, según Tomas Newton, en su Herbaria sobre La Bilbia, edición de 1578, la mandrágora se la representa bajo la forma humana, conformada, en las entrañas de la tierra, de la simiente de un asesino ejecutado por sus crímenes. Sir Tomas Brocone, en su Vulgar and Common Errors, se refiere a la creencia de que la mandrágora produce un ruido rechinante (stridolous noise) o da un chillido ( a shriek) al ser arrancada de la tierra, chillido fatal para quienes lo escuchan, pues enloquecen y no viven después por mucho tiempo, y enumera las precauciones que tomaban los antiguos para recoger dicha planta y deshacer su encanto o influencia perniciosa: ponerse cara al viento, describir con la espada tres círculos en torno y, al extraerla mirar hacia Occidente.
En otra obra, Bulwalke of Defence against Sickness, de Bulleine, publicada en 1575, se informa de varios métodos para evitar los peligros de la solanácea. El autor asegura que sin la muerte de un ser vivo, no se puede arrancar de la tierra. Así, debe emplearse un perro u otro animal fuerte, que tiren de la cuerda a la que previamente se atará la planta. Comenzada la faena de la extracción, ante los terribles gritos de la mandrágora, hay que taparse los oídos, si no se quiere morir. Arrancada, el animal que tiró de ella muere, pero no el hombre, que puede usar de las propiedades curativas de la raíz, de un vago parecido con el cuerpo humano. '
Hay muchas otras supersticiones sobre la mandrágora. Véase también James G Frazer Proceedings of the British Academy, 1917, 1918